miércoles, 19 de octubre de 2011

El señor indignado

Caminando por el Splaiul Independentei me llamó la atención en la amplia acera de enfrente un señor de unos sesenta y tantos años, canoso, de media melena, con gafas gruesas de pasta y cartera de funcionario pedaleando su bicicleta de paseo.

Imagino que en el decurso de su trayecto algo pudo ocurrirle al pobre hombre o ya arrastraba consigo la desgracia de un día mal empezado, pues en el justo momento en el que mi trayectoria visual fue interceptada por su presencia, a él le interceptaba y muy a su pesar un Dacia 1300 de color azul aparcado en la espaciosa acera antes mencionada. Creo que este incidente detonó la explosión de toda su rabia contenida y no le culpo al hombre, porque el Dacia (aunque como objeto en este caso no tenga voluntad) casi lo envía volando a la carretera con gafas, cartera y bicicleta incluida.

Impotente ante tal muestra de falta de civismo por parte del dueño del coche, el señor en cuestión coge en mano el candado de su bicicleta (de metal y bastante grande por cierto) y empieza a aporrear al anciano Dacia. Pasados unos segundos y habiendo ocasionado el daño necesario para paliar su ira, el señor se recompone, recogiendo su bicicleta del suelo y continuando su trayecto.

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