Aunque no sea un lugar siempre recomendable, pasar por Brasov sin quedarse por lo menos una vez en el Hotel Coroana no hace completa la experiencia.
Pasillos extensos y largos, techos altos, habitaciones gigantes, kitsch y más kitsch y olor a tiempo pasado, quizás demasiado.
En la imagen, "el chico" se dispone a descansar plácidamente tras un día muy largo. A la mañana siguiente lo encontramos en la misma posición.