Me he quedado literalmente con la boca abierta al ver este lugar increíble e impresionante que jamás imaginé pudiera existir.
Conozco la mina de sal de Wieliczka en Polonia, pero no puedo hacer comparaciones porque se trata de dos lugares muy diferentes cuyo único denominador común ha sido su finalidad: extraer sal.
Salina Turda tiene algo destacable y es que brilla. Un lugar oscuro y profundo que irradia luz gracias no solo al agua y la sal sino a la estratégica posición de su sistema de luces. Son espectaculares las estalactitas saladas e impresiona el lago de la mina Terezia situado a más de 100 metros de profundidad donde la gente se pasea en barca.
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| Conos de la Mina Terezia |
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| Lago de la Mina Terezia |
Los depósitos de sal comenzaron a ocurrir hace unos 13,4 o 13,6 millones en una cuencas marinas aisladas. Con el movimiento posterior de las placas tectónicas se formaron unos estrechamientos en sentido Norte - Sur, quedando al este y al oeste de los mismos las depresiones de Transilvania donde se acumuló la sal.
Se cree que la explotación de la mina comenzó en el periodo de la ocupación romana en Dacia.
Las distintas explotaciones a las que la mina se ha visto sometida han dado lugar a la creación de cinco minas: Mina Iosif, Mina Terezia, Mina Rudolf, Mina Gizela y Mina Anton.
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| Noria en la Mina Rudolf |
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| Techo de la Mina Rudolf
Tras la década de 1840 Salina Turda decae debido al mayor éxito de la salina de Mureş llegando a ser simplemente una reserva de esta.
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En 1932 la mina se cierra debido a su baja productividad y es tras la segunda guerra mundial cuando la población usa la mina como refugio antiaéreo.
Asimismo, la galería de San Iosef que se utiliza como vía de entrada de los turistas fue utilizada entre 1950 y 1992 como despensa de quesos.
En el 2008 con una inversión de 6 millones de euros gracias a financiación europea (PHARE 2005) comenzaron las obras de transformación de este lugar en objetivo turístico abriendo sus puertas al público a partir de enero del 2010.
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